Para Roberto Rapaccini, autor del libro Paura dell'Islam. Il travisamento della cultura islamica nella genesi del terrorismo (2012), no cabe dar una respuesta única ala pregunta de si es compatible el islam con la democracia tal como se entiende en Occidente. Lo explica en un artículo publicado en Studi Cattolici, delque seleccionamos algunos párrafos.
En
un país donde la sharía esté en vigor, [el islam] difícilmente puede coexistir
con una sociedad plural y democrática. La primacía de islam excluye, en primer
lugar, la tutela de los fieles de otras religiones. Es significativa la
obsoleta figura (pero puesta de nuevo en vigor por el Estado Islámico) de
la Dhimma [pacto de protección, que incluía un impuesto, que debían pagar
“los pueblos del libro”, es decir, judíos y cristianos, para vivir en
un estado musulmán]. Además de la religiosa, el islam justifica otras
formas de discriminación, como por ejemplo entre los sexos. En conclusión,
la interferencia de la ley islámica en la sociedad civiles incompatible con el
pluralismo político y religioso (en el islam, política y religión son
inseparables); es incompatiblecon la tutela de las minorías; es incompatible
con la igualdad y los derechos de libertad. En resumen, es incompatible con la democracia.Por
el contrario, si el Estado en el que hay una mayoría musulmana tiene leyes
seculares, no hay prejuicios antidemocráticos. Este principio tiene
ejemplos concretos, como el régimen tunecino. En Túnez, el 98% de la
poblaciónes musulmana. En 2014, este país adoptó una Constitución que fue el
resultado de un acuerdo entre el partido islamista Ennahda y las fuerzas
de la oposición. La Constitución otorga un lugar políticamente reducido al
islam y en diversos sectores de la sociedad introduce la igualdad entre
hombres y mujeres. También se prevé la libertad de conciencia (“ElEstado es el
guardián de la religión, garante de la libertad deconciencia y de fe y de la
libertad de culto”). Asi mismo, garantiza la libertad de expresión, y prohíbe
la tortura física y moral.Entre estas dos posiciones – o sea, un
Estado gobernado porla sharía, y uno con leyes seculares, incluso con
una población mayoritariamente musulmana – existen muchas situaciones intermedias.
En el fondo está el recurrente problema de ladefinición del llamado “islam
moderado”: entre las diversas interpretaciones del islam es imposible
identificar una versión oficial, porque no existe una autoridad religiosa jerárquicamente
superior. Resta la dificultad general de individuar concretamente el concepto de
democracia: si desde un punto de vista formal es fácil determinar los
índices de su existencia, desde el puntode vista sustantivo la democracia es un
proceso in fieri, quizá eternamente inacabato. RR